viernes, 30 de enero de 2015

Sin cobijo.

Levantó la cabeza, y se vio sola. Se hizo un ovillo tumbada sobre el sofá, le parecía inmenso cuando no era compartido, pero tampoco quería salir a andar. Sintió frío a pesar del cálido sol que traspasaba la cristalera de la habitación, pero eso daba igual, porque ella sabía que si todo no fuese una mierda él estaría abrazándola por la espalda y estarían jugando a ver cuánto tiempo tardaban hasta que se olvidasen de contarlo. Pero ahora no hace más que contar el tiempo a contrarreloj, el tiempo que hace que nadie desea verla sonreír, el tiempo que nadie sonríe por verla reír.

domingo, 25 de enero de 2015

amARTE.

Decidí amarte
hasta que desgastásemos tanto el amor 
que sólo quedase arte.
El arte de odiar quererte
y aprender a quererme por amarte.
El arte de tus manos en la guitarra
o en mis labios,
del ritmo de mis latidos 
sintiéndose hasta en las manos.
La cordura atándose al tejado,
asfixiando todos los miedos 
y ahogando los daños.
El arte de sonreír compenetrados
de sólo saber escribir 
si lo hago sobre los añicos 
esparcidos de aquel pasado.
Formar sin querer un cuadro
de ropa en el asfalto.
El arte  de gritar con la mirada
a un volumen incapaz de alcanzar mi voz,
coser madrugadas en nuestras espaldas
y dejar cicatrices que ni soñadas. 

El arte de saber
que soy feliz sin amarte,
sin amantes.

sábado, 10 de enero de 2015

SHOW MUST GO ON

*Luces, cámara y acción.*

Se accionó mi sonrisa mientras él grababa. La vergüenza a las cámaras dejaba de existir cuándo él era el director, el productor y el protagonista. El vértigo que me producían mis complejos desaparecía por arte de magia, aunque todos sabemos que era él el que sacaba el conejo de la chistera, y el que trucaba las cartas para que mi futuro pareciese que iba a traer unos cielos claros y soleados. Era así cuando podía ver a través del objetivo tus ojos del color de las posibilidades, cuando podía caer desde el avión sin paracaídas y llegar al suelo sana y salva -o eso creía-. Así yo era feliz, me tapaba con el pelo la cara pero podías ver mi sonrisa a través de él, podía llegar el frío que yo sabía que tendría tu abrazo, daba igual que lloviese si en tus labios podía disfrutar de cualquier cosa, qué más daba que algo me fuese mal si tú tratabas de moldear mis pesadillas para que fuese una película de animación. Así, en una de las tardes en las que los miedos nos observaban temiéndonos porque ya no nos preocupaban, me miraste mientras dejábamos otro recuerdo grabado para nuestra historia, pese a la confianza seguía con la vergüenza del que ama con cada latido y me hacías reír mientras tú sonreías al verme feliz a mí, y no entendí porque había un metro de distancia entre nosotros, y por qué la cámara me enfocaba a mí cuando tú eras el protagonista de mis ojos, así fue que me acerqué hacia ti y te besé, y ya no hizo falta grabar más segundos de aquello, porque -desgraciadamente- mi memoria funciona mejor que esa cámara. 
Desgraciadamente porque después pude ver que tirarme al vacío sin paracaídas me estaba destrozando a la velocidad de la luz, que tus hombros ya no serían más consuelo que el sonido de mi teclado, que ya no sería un marcador, que lo más cerca que volvería a estar del amor sería creyendo en estúpidas historias de alguno imposible, enamorándome durante cinco segundos de alguien en el metro; desgraciadamente, porque no he vuelto a sentirme identificada con el brillo que antes tenía, no coincide mi sonrisa con la que antes usaba ni mi corazón gasta la misma talla.

*Se fundieron las luces, rompimos la cámara, se cayó el telón,
y no hubo más interacción*

martes, 6 de enero de 2015

Suficiente.

¿Has llorado alguna vez todas las sonrisas que alguien te robó? Pues yo estoy harta de humedecerme las mejillas cuando tus manos están mojadas y no de mis lágrimas. Qué derecho te crees que tienes para cortarme la respiración y que no haya placer después. Quién eres para apuñalarme mirando a otro lado, para fijar tu persona en cada fachada, para no dejarme limpiar las manchas de sangre que bañan todos mis recuerdos.
Acaso no escuchas el dolor en mis cuerdas vocales,
acaso no escuchas mi corazón a cien kilómetros de distancia pidiendo tiempo muerto,
acaso pintas encima de la realidad tu fantasía.
¿Cuándo aprendiste a ignorar mis heridas?

Que quiero respirar
ahora que me he dado cuenta que hacerlo sin ti,
no es hacerlo sola.