miércoles, 30 de julio de 2014

jueves, 24 de julio de 2014

Sin más

Tengo la sensación de que quiero decir algo, pero no sé el qué. De que prefiero no escuchar a que me ardan los oídos de tanto chirrido, pero al final siempre le doy la mano a la verdad, que es la única que no falla ninguna noche para salir, solo que a veces la dejan encerrada.
Tengo la sensación de quiero irme, de que quiero poder sentir que tengo todo a mi alcance, y que puedo escoger qué es lo que quiero tocar. Pero también siento que no hay que huir, que es mejor quedarse hasta que irse sea algo natural.
Creo que todo de alguna manera acaba, ya sea por decisión de uno, o del destino -que ni siquiera sé si creo en él- o porque la muerte siempre lo arrebata todo, y no creo en finales felices porque el final de algo con alguien siempre es otro alguien con otro algo roto.
Sé que me encanta volver a los lugares de siempre, porque me recuerdan todo aquello que he vivido y que me ha hecho estar hoy aquí, en el pueblo en el que he pasado tantos años y que ha sido testigo de tanta inocencia y de tanto castigo.

viernes, 18 de julio de 2014

"Cazadora de sueños rotos"

Me gusta el silencio y estar sola, pero odio cuando tengo eso porque no existe otra posibilidad. Odio el silencio tras la marcha, la soledad tras la puerta cerrada. Odio que exista esa sensación de que aunque alces la voz nadie te va a escuchar, porque nadie se ha quedado a tu lado. Me gusta el silencio para escribir, la soledad para conocerme, pero odio cuando la garganta silencia mis palabras porque ya no se necesitan.
Creo que llega ese momento en que te ves tan obligado a estar solo, a aprender a escuchar lo que susurra el silencio que tratas de romperlo tan sólo para ver que no todo está muerto, y es que a veces me siento egoísta al escuchar lo que me cuenta el silencio, cuando me cuenta que se va y dejará de aparecer, que mis letras no son lo suficientemente buenas para nadie, que no es necesaria tu risa en algún preciso lugar, o cuando me susurra versos desgarradores que es mejor no pronunciarlos, porque si hago parece que enuncian hechos ciertos. Creo que al llegar ese momento necesitas que alguien te decore cada lágrima hasta que éstas cambien de humor, que necesitas que alguien esté dispuesto en cada momento a acompañarte en tu silencio, pero ese silencio es especial, porque es el compartido cuando dos personas se entienden sin necesidad de perturbarlo.

Me gustaría-

Me gustaría ser el pincel de Miguel Angel, 
ser imprescindible para crear belleza.
Me gustaría ser un verso de Neruda,
de Escandar o de Salem,
para entender de dónde vengo
y poder ver la profundidad a la que llego,
reflejada en los ojos de la gente.
Me gustaría ser mármol del Panteón,
sentir lo que siente aquel a quien miran con admiración.
Me gustaría ser una columna del Partenón,
para poder sentirme bella incluso en ruinas.
Ser musa que inspire un verso,
no creo que necesite explicar
qué significaría ese sentimiento.
Ser canción 
y sentirme escuchada.
Ser aventurera,
ser valiente,
para sentirme más viva que nunca.
Me gustaría ser otoño,
para dar paso al invierno.
Me gustaría ser recuerdo 
de esos que marcan,
y sentirme tatuaje en un corazón.
Me gustaría serme fiel,
para derrotar a la mentira
y mostrar que la verdad
es la mejor bandera.

viernes, 11 de julio de 2014

No quiero despertar

Y es que, aunque resulte contradictorio, creo que uno está verdaderamente mal cuando ya no siente el dolor, cuando todo le va hundiendo un poco más en la mierda, pero se acostumbra, cuando de tantos golpes llega el momento en que uno deja de doler, y así progresivamente, de tal modo que acabas riendo por cosas que te parten el alma, porque no quedan lágrimas y hay demasiadas sonrisas guardadas, estancadas, encadenadas. Y es que no hay nada más triste que eso, que sonreír de dolor, que el corazón se vuelva frío, e incluso cruel a veces, porque está en modo batalla, defendiendo apenas el hueco que deja para yo que sé ya qué.
Y es que en ese dolor quién se atrevería a sumergirse en mi vacío, en el vacío de alguien cuyo corazón sólo transmite.. frío. En quien ya no cree palabras y duda de los hechos, pero ¿cómo no hacerlo? Si la gente miente más que habla, actúa mas que anda, finge y para ello todos llevan máscaras.

Ese jodido ancla.

Y, esta noche, me da igual. Me da igual que mañana suene el despertador a las siete y cuarenta y ocho de la mañana, que seguiré levantándome con las mismas pocas ganas de siempre; me da igual que vuelva a hacer los mismos pasos hasta las ocho y media o cualquier cosa, tener que ir al colegio, hacer exámenes o lo que sea.. me agobiaré, pero estoy en esos arrebatos de indiferencia absoluta y caprichosa que me dan a mi a veces.
Y es que hay cosas que merecen homenajes, nuestro tiempo, nuestros ojos y oídos, incluso nuestras lágrimas. Y es que yo me encuentro perdida en las mismas páginas, del mismo libro de siempre, entre los pocos párrafos que conozco, entre los pocos que he podido leer... teniendo el final, y supongo que también quedan escritas esas anécdotas en las que me recreo, y en las que creo... me da rabia no tener reflejadas las mejores partes de la historia, no poder hacer una marquita en esas páginas, para ,al volver a verlo, saber qué tengo que leer, que recordar, que imaginar, incluso qué partes convendría que me saltara.
Supongo que es como un ancla, que con algunas corrientes consigue escapar un poco de la arena, revolviendo esas páginas ya absolutamente gastadas, envejecidas, pero que siempre se mantiene amarrada, porque dime tú a mi cómo se puede sacar si no estás tremendamente hundido en la mar de lágrimas del que surcó ese océano, del que lo conoció, y le dejó ese amargo sabor a sal en alguna parte de su alma. Ese sabor en la más distinguida montaña.
Y es que podría decirse que yo creo en Dios, sí, pero también he de admitir que le discuto, sonará extraño, pero no puedo ni imaginar cuantas veces he callado que "es justo y necesario", depende de qué signifique justo y de qué es necesario. Puede que no haya nada completamente necesario en nuestra vida, que en ésta nos arrancarán todo pero conseguiremos volar, batallear con los problemas o quien sabe, pero hay cosas que es que sí tienen que serlo, sino qué sentido tendría todo esto, sino uno no se quedaría anclado a nada. Y la justicia, ag, otra que tal baila. Supongo que no se nos puede dar todo regalado joder, eso lo comprendo, ¿pero qué más he de comprender? Está quien lo tiene aparentemente todo y se siente tan vacío que apena, y quien es feliz sólo con jugar con un muñeco de trapo. Pero qué hay de necesario y de justo en arrebatar, en arrancar de nuestros brazos cosas que no pueden volver, cosas que son tan fáciles de quitar como un caramelo a un niño o la tapa al boli, pero que no se devuelven y claro, el hueco se hunde, no se rellena, sino que empeora, ennegrece, así hasta que te muerde.

jueves, 3 de julio de 2014

El perro verde

Que no trates de comprenderme, simplemente ríe mientras me cubro con arena. Canta conmigo, pero no me frenes cuando cante a voz en grito cada canción que conozco, cada canción que me conoce un poco. Acéptame, o no lo hagas, pero no pretendas que cambie la pasión que siento por cada palabra, que cada palabra exprese lo que siento. No intentes que mi vida se rija por cuántas salidas habrá, porque yo sola me abriré cada puerta. Mírame callado cada vez que te muestre una de mis manías, cada vez que ponga el mantel recto, o cada vez que me diga que no voy a hacer algo y lo acabe haciendo porque sino no dormiré tranquila. Ámame, pero por lo que soy, no por lo que nadie quiera que sea, porque yo soy esa chica nerviosa y alocada, a la que la inspiración aborda cada noche, sincera, bohemia, amante de la verdad y practicante de la bordería sin querer o sin querer evitarlo; la que repetirá mil veces la misma historia pero cuando algo me marca queda tatuado en mi, la que se para a escuchar a quien le cortan en una conversación, la que habla desde la emoción, la que se abre en textos, la que se conoce con canciones, la que a veces sólo quiere huir o esconderse, la que admira y aprende de ello, la que verá mil veces el mismo final y seguirá amando cada diálogo, la incomprensible, el perro verde.

miércoles, 2 de julio de 2014

Quejas.

Estoy cansada de falsas esperanzas,
de mentiras que con el tiempo se vuelven despiadadas.
Cansada de soñar y tener que despertarme.
Estoy jodidamente cansada de echarte de menos cuando me muero por también estar echándote de más, más caricias menos lágrimas, más acercamiento menos prendas, más miradas que muestren complicidad y menos dolor, más locuras y menos sueños, más vida y menos miedo.
Es extraño saber que estás perdida, y más extraño aún es saber donde estás perdido, y creo que es entre el calor de tu cuerpo, sí, el que no tengo en este momento, pero que me arropaba en cada abrazo, el que acomodaba mi cabeza sobre tu pecho, el que para mí te caracteriza.
Estoy harta de no entender la letra pequeña que ronda por mi mente, estoy cansada de no encontrar la graduación correcta de la vista de mi vida, y seguir viéndolo todo borroso.
Y en momentos así duele el pecho, y rehuyo el silencio y sí, supongo que tengo miedo.

martes, 1 de julio de 2014

-

-¿Puedo darte un beso?
+ No.
Y así se fue, sin comprender que darla un beso haría que ella volviese a dejarle ver lo vulnerable que se encontraba, que eso haría que ella quisiese otro, y una caricia, seguido de un prometido 'te quiero' que haría que a ella se le quebrase el corazón, dejando su mundo lleno de pequeños espejos en los que ella podía ver cada momento que le sangraba, como cuando le preguntó '¿por qué yo?' y el respondió '¿por qué no?' sorprendiéndola otra vez, como siempre, ya que nunca la daba lo que ella pedía, no la iba a consentir, él siempre la daba lo que veía que necesitaba, pero no la iba a decir las cosas más bellas porque ella las solicitase, sino cuando ella no las esperaba. Otro espejo reflejaba Gran Vía, y ella no pudo mirar; así pasó al siguiente, a la vez que despertó junto a un milagro; en otro le vio a él, vulnerable, necesitándola y ella, ahí, sólo lucho porque el alma de él no se le descosiese de los pies, que ya no querían caminar más. Continuó y vio uno, aparentemente ennegrecido, reconociéndolo, viendo su rostro reflejado, dándose cuenta que la mostraba lo que les llevo a aquel momento. Supo que el aire le faltaba, que podía vivir, pero que no quería, y se tumbó, dejando que cada espejo se clavase en su piel, y cerró los ojos.