Y en mi mente me he vuelto a mirar en ese espejo. Donde mis ojos quedan a la altura a la que hoy se encuentra mi pecho, y vive atrincherado el rocío.
Todavía noto que resuenan las preguntas para las que aún no tengo respuesta, con los pies inalterablemente fríos, con la voluntad inquebrantablemente tensa.
Me acaricio el pelo en un reflejo dormido, lleno mis mejillas de muestras de cariño por si en algún momento se le ocurre a ese yo, tan frágil, tan pequeño, flaquear
Que aquí estoy yo. "Pero no estás"
Y me faltan otras manos que besar cuando ya he besado todas las mejillas. Y me falta una caricia que recibir cuando ya todos visten esta despedida de 'ojalás'