jueves, 24 de abril de 2014

La botella medio vacía.

Y por qué, dime tú por qué todo esto me ha arañado el corazón, dime por qué o qué he hecho para merecer tener una herida que no cicatriza, que cada vez que parece que comienza a cerrarse vuelve a abrirse para que mi felicidad escape, para que huya lejos de mí, y se siente en frente, recordándome que sin ella no merece la pena seguir adelante. Por qué han de tratar de descoserme el alma, por qué me autodestruyo, por qué no me dejo crecer. Por qué me siento en el punto de mira de toda esa mierda... podría ser fácil decir que no me rendiré, pero a saber cuánto tiempo llevo ya en el banquillo, descansando de un partido perdido, o por lo menos es como yo lo veo, y como nadie me ve; podría decir que no me rendiré, pero me sería exageradamente fácil decirlo al saber que ya me he rendido, y es que, al igual que lo han hecho los demás, yo tambíén me he dado por perdida. Y es que parecerá estúpido pero es la puta casualidad de mientras escribo haber escuchado tan sólo dos canciones en el modo aleatorio y que las dos traten de rendirse, o no, todo depende de como uno lo vea, ¿casualidad?. Ni siquiera sé si eso existe. Creo que ya no sé qué creer, he perdido la fe en mí, al igual que lo hice en la mayoría de la gente por la que un día me sentí arropada. Qué más da, ¿no? Si la vida no espera a nadie, y si yo continuo en la parada de un tren, en una estación de la que no me voy a mover, pero desde la que siempre observo a los de mi alrededor. Los trenes pasan, pero mis manos están atadas a otro destino, al del banco desde el que miro la felicidad correr, chocar con el dolor y volver a nacer, y desaparecer.

domingo, 20 de abril de 2014

Arte

Y es que creo que sólo aquella persona que haya sentido por su cabeza un verso, o que alguna vez una frase le haya tatuado el corazón, o que una palabra se le haya escapado entre los dedos desesperada por ser desarrollada para llegar a ser la historia más bella jamás contada, puede entender lo que esto significa.
Sólo aquel que ha pasado noches discutiendo con esa inspiración, que siempre llega en el peor momento, y que te impulsa a lanzarte contra el folio, el cuaderno o la simple nota del teléfono, podría comprenderlo.
Aquel que admira la palabra de tantos maestros, da igual o no que alguna vez consiguieran reconocimiento, y la absorba, la viva y la sienta podría entenderlo.
Aquella que siente que jamás es suficientemente bueno, y gana horas y horas leyendo, echando de menos palabras que faltan, pero si faltan puede que estén de más.
Ese que ha dejado que sus manos, su corazón y su mente se reunan para crear algo loco, abarrotado de sinsentidos, algo puro.
Y es que aquel que aprende de lo que ve, que escucha lo que siente que empieza a admirar lo que envidiaba, que ve la belleza detrás de las palabras puede comprender que no encuentro mayor arte que el sentimiento sincero escrito en un papel, bueno malo azul o blanco, simplemente siendo espejo del corazón y tomando la mejor parte de la razón.

viernes, 11 de abril de 2014

Best of me

Podría fingir que soy una chica normal, pero os engañaría. Podría decir que no tengo manías que cualquiera pueda odiar, pero no sé a quien estaría mintiendo. Podría decir que aquel diez de diciembre de dos mil once no volví por el camino a casa, mientras tú te ibas en tu bicicleta, dando saltos emocionada, FELIZ, porque dijiste 'te quiero mucho, que lo sepas', por primera vez, pero si negase eso dejaría la nariz de pinocho en un segundo puesto. Podría negar que tardé en contestar la primera vez que leí 'te amo.' en nuestra conversación porque estaba dando saltos por la casa, pero vamos, es estúpido, porque lo hice. Lloré de felicidad al ver que eran las doce pasadas y el mundo daba paso al veintiocho de octubre de dos mil doce, y te abracé. Traté de recopilar en mi mente, en las notas, o en cualquier lado los mejores regalos que me hiciste, como cuando dijiste que era la niña de tus ojos, y teniendo los que tienes, serlo debería ser un don.

viernes, 4 de abril de 2014

Sssh, silencio.

Me disfracé, para parecer más feliz.
Y me escondí, para acompañar al olvido.
Traté de despertar las sonrisas en coma de tanta gente...
Sonrisas perdidas en batallas.. o en botellas.
Traté de calentar inviernos,
e incluso creí congelar el fuego.
Discutí con la inspiración,
porque siempre llegaba tarde.
Y me refugié detrás de las agujas de un reloj,
del tiempo,
que dicen que todo lo cura,
que el dolor calma,
al alma,
de aquel que sufre... de aquel que ama.
Me entrometí en la mente de los realistas, de los idealistas,
de los soñadores y pesimistas,
en definitiva,
de cualquiera cuya mente fluyese de una manera distinta.
Abracé al solitario,
me pudo escuchar el sordo,
hablé por el mudo,
y aquel que lloraba acabó por consolarme a mi, irónico.
Y, entonces, creí ser feliz
y cuando fui a contarlo
me ataron las manos
me cosieron los labios.
Y ahí lo encontré.
Cuando no tuve nada más que hacer,
cuando todo terminó
fue el único que se quedó a recoger
los restos de lo aprendido,
los mios.
El silencio.
Que mantuvo en secreto,
mientras contaba a voz en grito,
todo lo que yo nunca había dicho.
Que gritaba todo lo que yo callaba.
Pero nadie lo oyó.