viernes, 17 de mayo de 2019

Tan tú

Hablabas de la pena como el que hizo de la nostalgia fuego y se dejó quemar. De la pérdida como única costumbre del humano y de las letras como único modo de salvarlo.

Hablabas del amor como antídoto al veneno intrínseco que tiene la sangre humana,  de la posibilidad de que sean hermanas una mano derecha que ahoga y una izquierda cuando ama.

Hablabas de sus ojos como si te permitiesen acariciar el horizonte, de sus manos como si no hubiese otras capaces de repartir el pan y no te hacía falta decir que su pecho fue el lugar donde dejaste de conocer el hambre.

Hablabas de las calles de tu pueblo como si las andases por enésima vez, de tu barrio donde ves a niños que yo no veo correr y de los recuerdos como si hubieses despertado una y otra vez en un eterno ayer.

Hablabas de la muerte cuando se te nublaba la mirada y de la vida como único objetivo. Del querer como presagio, de la distancia como camino.

Hablabas,  y vives, con las ganas del que quiere comerse el mundo.