Cuántas veces me encontré entre la perdición de nuestro amor
repitiéndome que me encontraría en el mismo lugar en el que se consolidó todo,
en el que empezó el caos que ordenó mi vida, en caso de que se diese la fecha y
no la circunstancia. Sentía que trataría de alinear los astros con nuestras
vidas; trataría de que esa esquina nos diese la oportunidad que nos habíamos
robado, tomaría esa calle como la papelera de reciclaje que contiene el
documento que nosotros equivocadamente tiramos a la basura, trataría de
encontrar tu mirada cómplice del robo de mi aliento en esa acera esperando en
un banco en que en otro momento fuimos esperados.
El problema es que no puedo pensar como antes si sigo siendo
la misma pero tan sólo a cachos. Ahora sé que el pegamento que tiene un
recuerdo no es tan fuerte como para arreglar un corazón hecho añicos, que el
amor no se recicla porque una vez usado si se tira no puede volver a brillar
como lo hacía. Que las esquinas sólo se clavan, no conceden oportunidades y
menos son capaces de obrar milagros; y que vivir esperando no es vivir. Y es
que sé que por mucho que nos encontrásemos entre miles de personas yo ya no sé
encontrar lo mismo en mí, como para encontrar lo mismo en tus manos.