martes, 23 de octubre de 2018

De sus grietas mi hogar

La ventana de un primer piso por el que yo ya no me asomo
donde ahora viven otros,
donde ahora ríen otros,
donde ahora duermen otros.
De nuevo el frío en los pies
y el calor en las manos,
el olor de aquel cuarto,
los regalos de ese cajón
y la ventana de su habitación,
y la cama,
y el morado.
Una niña que ya no crece
y un niño que ya no llora.
Un gatillo que no aprieta
porque sino ella se ahoga.
El cuadro de "buenas noches"
y las noches en sus brazos.
Ahora es cuando acariciamos unas manos que ya no nos dan de comer,
y nos agachamos a recoger los pedazos,
atentos de no cortarnos,
otra vez.
Y es ahora,
también,
cuando entendemos que ella ya no baila,
pero que tampoco esperaría a que la sacaran.
Porque es ahora,
como nunca,
cuando de las grietas que se han hecho hogar,
empiezan a nacer goteras,
y se inunda.
Que entre esas cuatro paredes yo también he tenido miedo y,
aún así,
he devuelto la sonrisa sin quererlo,
porque ellos siguen notando un vacío en la habitación
que yo también siento.