"Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París —y no me corro—
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos..."
César Vallejo
"Moriré durmiendo, evitando cualquier dolor, huyendo del sufrimiento", dije cuando me preguntaron cómo preferiría morir. Supongo que siempre me había imaginado muriendo de cáncer en una cama.
"Yo moriré mirando a los ojos a la persona que ame"- me respondieron. En ese mismo instante recuerdo que me pareció hasta bonito morir, imaginé una cama inmensa en la que sólo había hueco para dos. Ahora tampoco creo que me convenciese, tengo sólo dos ojos y un corazón que late por un número mayor de personas.
Ahora que lo único que temo de la muerte es el dolor que puede causar, pero no a mí, sino al otro, tengo claro que pienso hacerlo todo. Moriré probablemente un día durmiendo, cuando tú te levantes y sin que lo sepa, te vayas, y no volveré a despertar igual aunque abra los ojos por la mañana. Moriré mirando a los ojos a la persona que ame, cuando inevitablemente me rompa el corazón, o quizá cuando el suyo deje de latir. Además, hoy es jueves, pero es verano, y vivo porque morir ahora mismo no me llama. No soy aquella niña asustada. Y cuando lo haga, cariño, pienso ser más arruga que mujer, contaré aún más veces las cosas de las que ya lo hago, porque en ese entonces ya tendré algo que decir que merezca la pena escucharse. Pienso ser anciana de pelo blanco y un moño alto, tengo claro que tendré las comisuras llenas de historias que un día me hicieron reír. Voy a vivir la vida que la muerte le arrebató a ellas. Ligaré con ochenta años porque me compraré una faja que me ponga el culo en su sitio, y lo haré con la cabeza bien alta. Probablemente tendré las orejas rajadas, por el peso de los pendientes y las gilipolleces que tenga que escuchar. Tendré los ojos caídos pero nadie lo verá tras unas gafas de culo de botella, se fijarán más en lo caídas que tendré las tetas. Haré un año de Papa Noel por Navidad porque me gusta como me sienta el rojo, y ya será hora de probarme la barba. Me dedicaré los libros que me regale, porque no siempre aciertan. No daré caramelos a los niños en el parque porque lo más probable es que me los coma yo. Aunque no esté sorda responderé siempre lo que quiera. Cederé mi sitio en el metro a la persona con la sonrisa más bonita. Me caeré por las escaleras y se me abrirá el corazón, ensuciaré los escalones con mi sangre y haré que los corruptos se resbalen. Tiraré monedas en vez de pan a las palomas en el parque, y pagaré mis deudas con el pan que otros deberían probar. Pensaré en mí como si de otra persona se tratase. Comeré únicamente aquello que no me conviene. Seguiré escuchando rock, y cantando con el puño en alto mensajes de reivindicación.
Pero, a la mierda, no pienso morir.