domingo, 21 de agosto de 2016

21V

No pienso en ti por ti
sino porque apareció la idea
contigo
de un plural que no supimos conjugar,
con mi singular manía de desordenarlo 
todo
y la estúpida convicción de poder
al fin
amontonar mis manías 
y barrerlas junto a mis miedos.
Pudiendo volar 
elegí hacerlo a ras de suelo
y, otra vez,
no me funcionaron los frenos;
no te preocupes,
mi airbag nunca salta a tiempo
así que ahora,
lo que barro,
son los restos.


sábado, 6 de agosto de 2016

La flor que siempre quise en mi jardín

Sé que ella era la flor que Antonio Flores siempre quiso en su jardín. La chica de ayer que Antonio Vega, y cualquiera, hubiese rezado porque volviese cada día. Que era el propio mundo el que se preguntaba que hacía una chica como ella en un sitio como este, y ni Burning supo responderse. La mujer por la que Neruda me hubiese cedido los versos más tristes aquella noche. Ella es la X que marca el tesoro en cada mapa, que el grito de Munch no es más que el reflejo del corazón de todos los que la vieron marchar y fueron presas del pánico. La luz que guía cuando entristecen las estrellas. La duda en cada pétalo y la certeza en cada flor. Es ELLA, y me da igual si no hay un "Él", que será la única razón en mis plegarias. Sería musa de poetas, y dejaría en ridículo a cualquier Venus si sonriera.

Que mi corazón desde entonces es la Acrópolis de Atenas, que sigo en  ruinas; pero sigo por ti. Y sé que no es nada, pero eres el motivo por el cual elegí como forma de morir escribir.

jueves, 4 de agosto de 2016

FINDING SILVIA I

"Me moriré en París con aguacero, 
un día del cual tengo ya el recuerdo. 
Me moriré en París —y no me corro— 
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso 
estos versos, los húmeros me he puesto 
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto, 
con todo mi camino, a verme solo.

César Vallejo ha muerto, le pegaban 
todos sin que él les haga nada; 
le daban duro con un palo y duro

también con una soga; son testigos 
los días jueves y los huesos húmeros, 
la soledad, la lluvia, los caminos..."

César Vallejo

"Moriré durmiendo, evitando cualquier dolor, huyendo del sufrimiento", dije cuando me preguntaron cómo preferiría morir. Supongo que siempre me había imaginado muriendo de cáncer en una cama. 
"Yo moriré mirando a los ojos a la persona que ame"- me respondieron. En ese mismo instante recuerdo que me pareció hasta bonito morir, imaginé una cama inmensa en la que sólo había hueco para dos. Ahora tampoco creo que me convenciese, tengo sólo dos ojos y un corazón que late por un número mayor de personas. 
Ahora que lo único que temo de la muerte es el dolor que puede causar, pero no a mí, sino al otro, tengo claro que pienso hacerlo todo. Moriré probablemente un día durmiendo, cuando tú te levantes y sin que lo sepa, te vayas, y no volveré a despertar igual aunque abra los ojos por la mañana. Moriré mirando a los ojos a la persona que ame, cuando inevitablemente me rompa el corazón, o quizá cuando el suyo deje de latir. Además, hoy es jueves, pero es verano, y vivo porque morir ahora mismo no me llama. No soy aquella niña asustada. Y cuando lo haga, cariño, pienso ser más arruga que mujer, contaré aún más veces las cosas de las que ya lo hago, porque en ese entonces ya tendré algo que decir que merezca la pena escucharse. Pienso ser anciana de pelo blanco y un moño alto, tengo claro que tendré las comisuras llenas de historias que un día me hicieron reír. Voy a vivir la vida que la muerte le arrebató a ellas. Ligaré con ochenta años porque me compraré una faja que me ponga el culo en su sitio, y lo haré con la cabeza bien alta. Probablemente tendré las orejas rajadas, por el peso de los pendientes y las gilipolleces que tenga que escuchar. Tendré los ojos caídos pero nadie lo verá tras unas gafas de culo de botella, se fijarán más en lo caídas que tendré las tetas. Haré un año de Papa Noel por Navidad porque me gusta como me sienta el rojo, y ya será hora de probarme la barba. Me dedicaré los libros que me regale, porque no siempre aciertan. No daré caramelos a los niños en el parque porque lo más probable es que me los coma yo. Aunque no esté sorda responderé siempre lo que quiera. Cederé mi sitio en el metro a la persona con la sonrisa más bonita. Me caeré por las escaleras y se me abrirá el corazón, ensuciaré los escalones con mi sangre y haré que los corruptos se resbalen. Tiraré monedas en vez de pan a las palomas en el parque, y pagaré mis deudas con el pan que otros deberían probar. Pensaré en mí como si de otra persona se tratase. Comeré únicamente aquello que no me conviene. Seguiré escuchando rock, y cantando con el puño en alto mensajes de reivindicación.  

Pero, a la mierda, no pienso morir.