miércoles, 8 de marzo de 2017

Acción - destrucción

Hace ya un tiempo que te miro con una de esas sonrisas tristes,
que busco cobijo en tus palabras
que no me conmueve este papel.

No sé, 
quizá creíste que tocarme era únicamente algo de la piel.

No me mires así,
yo tampoco sé qué hacer.

Pensé en darlo todo por perdido,
pero y ellos qué.

Pensé en obviar el descuido del destino
y rasqué un no te quiero en cada por qué.

Me propuse hablar de un modo más sencillo,
no pensar tanto todo lo que ya he dicho,
querer desde el otro lado del muro,
alejar de mi mente la idea de ahogarme,
no imaginarte acariciándome,
empezar a apreciar las rosas y sacarme las espinas,
querer sin desangrarme.

Pero cada vez me enredo más al hablar,
sigo clavándome mis palabras como astillas,
sigo tirando abajo los muros,
sigue llegando el agua al límite de mi bañera,
me regalo la vida cada vez que respiro.
Mira, lo siento,
pero ojalá acariciarme fuese lo único que imagino que me haces.

Y, créeme,
no voy a saber querer distinto,
así que, por favor,
procura no pisar el charco de sangre cuando te marches.