lunes, 10 de agosto de 2015

No hay caso abierto.

Ahora
Ahora es cuando doy gracias al dolor y me quedo corta, a la libertad que engañábamos tapándola los ojos y encerrándola en el armario, quitándole ese espacio a nuestros monstruos. Que corrían, que escapaban y se acababan posando en nuestros labios. Y aún con furia nos besábamos tratando de fingir que se quedaban húmedos de libertad, y era de nuestro dolor.


Ahora
Ahora es cuando Felicidad sale de los bolsillos que creímos vacíos y vuelve a jugar con nuestras miradas y bailar con nuestras sonrisas. A enseñarnos que el vaso está vacío pero podemos pedirle otra copa al camarero, y su número ya que nos ponemos. Vuelve a parecer que algún día tendremos la posibilidad de tener arruguitas en la comisura de los labios de desgastarlos con Complicidad bailando sola, o acompañada, como guste.


Ahora
Ahora es cuando creemos que el pasado se puede cerrar, ya no hay caso abierto, ya no hay ceniza en la que el fuego pueda volver a jugar, ya no hay futuro que queramos juntar, no hay miradas atrás, sino decisión en línea recta, aunque haremos excepciones con las curvas de alguna espalda sobre la que pueda uno sentirse trapecista, con la única seguridad de que ya no importa que pasará al caer, pues he aprendido a acomodarme en el suelo, desde que descubrí que es mi punto favorito para ver las estrellas.


Ahora
Ahora por fin abandonamos las estaciones de tren, el odio a las despedidas y el vértigo que nos producían las bienvenidas, la necesidad de mezclar el agua con aceite. Perdimos el pánico a que no lloviesen pianos, a que no viniesen a rescatarnos. Y descubrí que no hay nada como respirar por separado.


Cerrado, precintado y guardado.