Tal vez no existe un amor de película, de cuento de hadas,
pero sí que existen amores que te hacen sentir que después de esa persona todo
se queda corto, que después de esa persona no hay nada más, el amor puro, que
te lleva a amar de una manera loca, profunda y sobre todo sincera, ese amor que
no tiene nada que envidiar al amor de princesas, porque nunca va a venir a
rescatarnos de un peligro un príncipe a caballo para después llevarnos al
castillo donde seremos felices y comeremos perdices, no, pero ¿y qué? El amor
de cuento está sobrevalorado, porque lo que sí que hará aquel que ames será
venir un día a buscarte a tu portal, robarte un beso, o superar baches, porque
en la vida real los hay, claro que los hay; pero qué hay más bonito que una
verdadera reconciliación, que estar abrazados en el sofá, que que te hagan
reír, que ponerte su camiseta después de habérosla quitado entre besos un rato
antes, que imaginar un futuro juntos, ¿y qué más da que no sea en un palacio
mientras pueda encontrarle cada noche debajo de mis sábanas? Y es que cuando
uno ama se vuelve un poco loco creo yo, y puede llorar en un momento de máxima
felicidad, o reír en el peor momento
porque no puede ni creerse lo que esté pasando, puede conocer cosas de sí mismo
que no sabía que existían y descubrir otras en alguien que jamás creyó que
podrían existir, que no podrían ser reales. Y es que, en verdad, ¿qué hay más
bonito en esta vida que el amor? El amor que llena, que consume, que nos da
vida, que nos mata a veces, y que otras nos resucita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario