domingo, 15 de junio de 2014

Margarita.

Jamás sentí que un verso
pudiese compararse con la belleza de tu nombre.
Ni que las consecuencias de un tornado
pudiesen equipararse a los escombros
que dejó tu tragedia.
Ni que una duda
pudiese penetrar tanto en un corazón
como para dejarlo desarmado.
Ni que un recuerdo
pudiese ser tan deseado,
un recuerdo que se esconde
por miedo a salir
y dejar lo construido en ruinas.
No sabía que existían corazones
que pudiesen hacer olvidar al mío su invierno,
el que desearía efímero,
pero recordarte hace que el hielo desaparezca,
para que después,
el tiempo,
congele las grietas de nuevo.
Nunca me había dolido
el no conocer una sonrisa,
hasta que vi la tuya grabada
mientras girabas la cabeza.
Ningún nudo de garganta
se compara con el tuyo,
ningún vacío
se compara con el mío.


No hay comentarios:

Publicar un comentario