Puestos a ser sinceros te diré que no sé si es la fuerza de tus convicciones o la de tu armadura la que me ha hecho seguir en pie toda la vida. La fuerza que me transmitías al darme la mano y hacerme sentir segura. La fuerza que espero devolverte a día de hoy en cada abrazo.
Puestos a ser sinceros te diré que no sé como podemos ser tan extremadamente distintas y tener corazones tan similares. Entre mis escasas teorías puede que destaque la que llamaré 'la teoría de las grietas', y es tan simple y sufrida como que contamos prácticamente con las mismas; y a partir de ahí cada una se quedó a un lado de la brecha, pero nunca llegamos a soltarnos: avanzamos pero nos mantenemos unidas.
Puestos a ser sinceros te diré que odio decir adiós, que no sé actuar en una despedida, así que simplemente te cuento que para ti jamás tendré una, que no te diré adiós en toda mi vida.
Puestos a ser sinceros te diré que en ti he encontrado el único extremo en esta vida con el que estoy de acuerdo, y es que tu fidelidad con lo que piensas y sientes es admirable, como el hecho de que consigas que corazón y razón se den la mano y descansen.
Puestos a ser sinceros te diré que eres quien me ha enseñado a valorar mi vida sin que lo sepas, a pesar de que lleves tantos años timándome con todas las chuches que me debes has permitido hacerla algo más dulce.
Puestos a ser sinceros te diré que pienso seguir siendo la hermana pequeña y pesada que he sido desde que insistía en vestirme como tú, la que te decía mientras jugábamos '¿vale que tú dices?' porque mi mente ya tenía montada una triste historia romántica como esas que ahora sueles ver conmigo, la que se dejaba cuidar.
Puestos a ser sinceros te diré que ahora no estoy detrás de la muralla, que ahora estoy en pie, a tu lado, para defender que tu sonrisa es el mejor regalo.
Puestos a ser sinceros te diré que eres lo que más quiero.
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