Sería por tus formas de llegar o por mis miedos de transporte; o por el hecho de que a sabiendas de que coser poesía en mi costado iba a doler yo siempre tenía a mano una aguja, o un imperdible que prometía que dejaríamos constancia de cualquier tontería. Así acabé llena de heridas, pero siempre dispuesta a hacerme otra encima.
Hasta ahora,
que las heridas cicatrizan, que de aquel fuego no quedan cenizas.
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