Sé que ella era la flor que Antonio Flores siempre quiso en su jardín. La chica de ayer que Antonio Vega, y cualquiera, hubiese rezado porque volviese cada día. Que era el propio mundo el que se preguntaba que hacía una chica como ella en un sitio como este, y ni Burning supo responderse. La mujer por la que Neruda me hubiese cedido los versos más tristes aquella noche. Ella es la X que marca el tesoro en cada mapa, que el grito de Munch no es más que el reflejo del corazón de todos los que la vieron marchar y fueron presas del pánico. La luz que guía cuando entristecen las estrellas. La duda en cada pétalo y la certeza en cada flor. Es ELLA, y me da igual si no hay un "Él", que será la única razón en mis plegarias. Sería musa de poetas, y dejaría en ridículo a cualquier Venus si sonriera.
Que mi corazón desde entonces es la Acrópolis de Atenas, que sigo en ruinas; pero sigo por ti. Y sé que no es nada, pero eres el motivo por el cual elegí como forma de morir escribir.
Y tú eres arte.
ResponderEliminarCon todas sus letras