Hay noches que me siento hielo, aparentemente fría, entonces algo me araña, y deja un pequeño desnivel, como si escarvasen tratando de encontrar mi alma. Que consideran congelada. Pero si se fijaran, si por un momento se fijaran, verían que una pequeña gota de agua suele recorrer cada ranura, y al caer, trata de hacer que nada ha pasado, tras recorrerla, y humedecerla haciendo que ésta seque más tarde, que cure después. Y tan sólo unos segundos después, vuevo al frío incómodo que me cubre, que me esconde. Porque a veces asusta el calor, el que proporciona una amistad, un abrazo, o el mismo sol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario