Y hoy, como cada día me he acordado de ti, pero hoy no me ha
salido sonreír. Preguntarme por qué no estás aquí no sirve de nada, porque no
vas a volver; recordar la fecha en la que te fuiste no va a hacer que cambie lo
que paso ese día, pero está grabado en mi memoria; desear que hubieses tenido
una vida más feliz es estúpido, cuando vives en un mundo lejos de mi alcance. Llorar ya no trae tus palabras de consuelo, aunque supongo que si es verdad eso de que me ves allá donde estés te haré daño.. por eso ya no lloro, pero se me encoge a ratos el corazón, así tú no sufres al ver las lágrimas danzar desde mis ojos. Querer encontrarte en el cuarto ya no tiene sentido, ya que sólo lo habita Ausencia, y a veces le acompaña Soledad, pero estoy segura que ambas echan tanto de menos tu olor como lo echo yo. Mirar las fotos de ti sonriendo no me hace que recuerde el momento, y eso sí que quema, me gustaría saber qué te hizo sonreír, si era yo, porque tu sonrisa sí era un regalo. Pensar en todas las cosas que desaparecieron contigo no hace que intente recuperarlas, porque para mí ya no tienen sentido si no eres tú quien las propone, supongo que eran de esas pequeñas cosas que es contigo o nada. Recordar hasta cosas tan íntimas o huecos de tu casa prácticamente invisibles para otros a mí me hace sobrevivir, yo tenía un refugio, y no era sólo en el cuarto del final del pasillo a la derecha, sino a tu lado; al lado de la mujer que intentó regalarme un gato de peluche y colocarlo encima de una bicicleta por mi comunión. Eres la única persona en el mundo que de verdad me ha echado de menos con irme dos días, y que sepas que yo también te he echado de menos con tan sólo no sé, tú me entiendes. Decirte que estabas guapa cada viernes después de ir a la peluquería no era mentira, siempre has sido preciosa, y recordarte que el pelo seguía en su sitio después de haberte cambiado de la silla al sofá para quedarte más tiempo conmigo nunca me costó nada. Mil veces me hice la dormida mientras ya estaba vestida debajo de las mantas para darte una sorpresa, y todas y cada una de esas veces me hizo ilusión, de esa que te quita el cansancio y cualquier otro pensamiento. Recordar tu cara de agradecimiento al decirte que yo subía más tarde... eso sí era algo grande. Desearía que me hubieses conocido ahora, cuando sé valorar un poquito mejor las cosas, a pesar de que sé que siempre supiste que eras lo más grande para mi, eso no era suficiente.
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