"Un día seremos grandes" sentenció, y me miró de reojo con esa media sonrisa que me hacía confirmar que lo seríamos, echando el humo de su cigarrillo por la nariz.
Y en ese instante vi en el humo nuestro futuro, caótico e impreciso, por encima de todos esos hombres vestidos de traje, nosotros realmente vivíamos así, perdidos en esa azotea de Madrid. Y sólo por rozarle le cogí el piti y haciendo amago de tirarlo lo miré, él me conocía y sabía que no lo iba a hacer pero sólo quería dejar claro que era yo quien merecía consumirme un rato en sus labios.
- Si queremos serlo no deberías matarte, ¿no crees?
Y se mordió el labio mirándome canalla y divertido, como mira él, y según se acercó a mí, cogiendome con una mano de la cintura y mirándome fijamente me atrajo hacia él. A mí no me hacia falta más futuro, éramos jodidamente grandes así.
Y según me fue a besar le devolví su cigarro, se lo coloque en los labios y reí. Reí. Aún recuerdo cuando ingenua creí que no volvería a hacerlo así, a reír y a escuchar a alguien reír conmigo, a mirar a los ojos de alguien mientras lloraba de felicidad.
Era plena, y a la mierda si se supone que debería de haber deseado siempre ser princesa o debía haber dedicado mi vida a castigarme por no estar tan buena, porque yo nunca vi a Barbie tan contenta, porque no era la tía con las piernas más bonitas, pero en ese momento era la que se reía, la que sentía elefantes en la tripa porque hacia tiempo que las mariposas se quedaron en poca cosa.
No se molestó en darle una calada más y lo tiró al suelo, lo apagó y volvió a mi lado.
Me cogió la cara entre sus manos, y nos quedamos ahí, mirándonos a los ojos, parados, éramos el tonto y la tonta que buscaban respectivamente en los ojos del otro las respuestas a la vida, que nos mirábamos con la curiosidad y la intriga de qué dirá la bola de cristal, y así esperaba leer yo y mis precipicios en su mirada los siguientes acontecimientos; mientras él y sus miedos buscaban en la mía si las cartas nos permitirían seguir jugando la partida, aunque ya no nos preocupaba hacer trampas en esta ronda, no íbamos a abandonar esta partida, hoy veníamos dispuestos a apostar.
Hoy sabíamos que ya habíamos ganado.
Y en ese instante vi en el humo nuestro futuro, caótico e impreciso, por encima de todos esos hombres vestidos de traje, nosotros realmente vivíamos así, perdidos en esa azotea de Madrid. Y sólo por rozarle le cogí el piti y haciendo amago de tirarlo lo miré, él me conocía y sabía que no lo iba a hacer pero sólo quería dejar claro que era yo quien merecía consumirme un rato en sus labios.
- Si queremos serlo no deberías matarte, ¿no crees?
Y se mordió el labio mirándome canalla y divertido, como mira él, y según se acercó a mí, cogiendome con una mano de la cintura y mirándome fijamente me atrajo hacia él. A mí no me hacia falta más futuro, éramos jodidamente grandes así.
Y según me fue a besar le devolví su cigarro, se lo coloque en los labios y reí. Reí. Aún recuerdo cuando ingenua creí que no volvería a hacerlo así, a reír y a escuchar a alguien reír conmigo, a mirar a los ojos de alguien mientras lloraba de felicidad.
Era plena, y a la mierda si se supone que debería de haber deseado siempre ser princesa o debía haber dedicado mi vida a castigarme por no estar tan buena, porque yo nunca vi a Barbie tan contenta, porque no era la tía con las piernas más bonitas, pero en ese momento era la que se reía, la que sentía elefantes en la tripa porque hacia tiempo que las mariposas se quedaron en poca cosa.
No se molestó en darle una calada más y lo tiró al suelo, lo apagó y volvió a mi lado.
Me cogió la cara entre sus manos, y nos quedamos ahí, mirándonos a los ojos, parados, éramos el tonto y la tonta que buscaban respectivamente en los ojos del otro las respuestas a la vida, que nos mirábamos con la curiosidad y la intriga de qué dirá la bola de cristal, y así esperaba leer yo y mis precipicios en su mirada los siguientes acontecimientos; mientras él y sus miedos buscaban en la mía si las cartas nos permitirían seguir jugando la partida, aunque ya no nos preocupaba hacer trampas en esta ronda, no íbamos a abandonar esta partida, hoy veníamos dispuestos a apostar.
Hoy sabíamos que ya habíamos ganado.
¡¡Me encanta!!
ResponderEliminarMuy grande!!
ResponderEliminarMuchas gracias!
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