miércoles, 24 de septiembre de 2014

"Príncipe y princesa"

A veces cuando nuestros sueños se hacen realidad son una auténtica pesadilla. ¿Contradictorio?
Este cuento comienza como todos y cada uno de ellos: érase una vez una dulce niña que sólo quería encontrar un apuesto hombre que la amara. Hasta aquí nada se separa de una historia de princesas, ¿no? La cosa es que nada comienza como acaba. Encontró a ese hombre, apenas conociéndose se entregaron el uno al otro. Pero nadie decía que él por la noche era más bien hombre lobo, ya que cada vez que ella salía mostrando lo que él consideraba su propiedad la esperaban en casa unas garras, que dejaban marcas en su marmolacea piel, despellejaban su corazón  y, no sabía cómo, llegaban hasta su cabeza impidiendo que sus pies huyesen a buscar al leñador. Pero eh, que no siempre es sólo un malo. Ya que ella, dulce y encantadora, no sólo le empalagaba a él, sino que a veces dejaba que otros pájaros probaran, que picaran. Y cuando llegaba tranquilamente a casa, se ponía celosa de cada comentario del apuesto "príncipe", ya que ella sabía todo lo que podía cocerse fuera sin que se calentasen los de dentro.

Y supongo que hay mil modos de quejarse, pero éste es uno de los míos, cansada de soñar pesadillas o de ver como la gente se conforma con lo que tiene en la vida y en vez de luchar contra ello y ser feliz. Porque si un sueño no es lo que esperabas puedes seguir soñando, o incluso que aquello que considerabas una pesadilla esconda algo bello dentro.

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