martes, 28 de octubre de 2014

Destrucción II.

Cuántas veces me encontré entre la perdición de nuestro amor repitiéndome que me encontraría en el mismo lugar en el que se consolidó todo, en el que empezó el caos que ordenó mi vida, en caso de que se diese la fecha y no la circunstancia. Sentía que trataría de alinear los astros con nuestras vidas; trataría de que esa esquina nos diese la oportunidad que nos habíamos robado, tomaría esa calle como la papelera de reciclaje que contiene el documento que nosotros equivocadamente tiramos a la basura, trataría de encontrar tu mirada cómplice del robo de mi aliento en esa acera esperando en un banco en que en otro momento fuimos esperados.

El problema es que no puedo pensar como antes si sigo siendo la misma pero tan sólo a cachos. Ahora sé que el pegamento que tiene un recuerdo no es tan fuerte como para arreglar un corazón hecho añicos, que el amor no se recicla porque una vez usado si se tira no puede volver a brillar como lo hacía. Que las esquinas sólo se clavan, no conceden oportunidades y menos son capaces de obrar milagros; y que vivir esperando no es vivir. Y es que sé que por mucho que nos encontrásemos entre miles de personas yo ya no sé encontrar lo mismo en mí, como para encontrar lo mismo en tus manos.

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