Ya basta. Estoy cansada de que cada palabra que sale de mi boca sea otra batalla, que acabará, sí, pero nunca termina esta puta guerra que me consume. Cansada de que mis debilidades sean las fortalezas del otro, porque eso es crueldad. Que mi seguridad se esfume a ratos, de tener ganas de machacarme para que no tengan motivos para hacerlo otros.
Ahora que mi valentía ha huido, sólo quiero correr con la cobardía lejos de aquí, saber qué sería perderme por allí, si alguien querría perderse conmigo, o quién querría encontrarme entre las sombras de mis recuerdos. No necesito que nadie quiera bañarse en mis ojos, ni que no se imaginen una vida sin mí; realmente sólo quiero sentir que puedo mejorar un poquito la existencia de alguien con mi sonrisa. Y es que estoy cansada de que todo vaya mal, de no poder recordar el momento en que fui capaz de pensar con certeza que lo que sentía era felicidad. Y me siento estúpida, desagradecida, pero los sentimientos son siempre sinceros, porque no se puede discutir lo que uno tiene dentro.
Y aunque me fastidia no puedo decir que no me quejaré más porque no sé hablar de la felicidad, simplemente la exprimo cada segundo que la siento, continuo ese camino siendo guía y pasajero, verdugo y culpable, derrochador y hambriento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario