Y me recorre la angustia, y no sé si trata de echar una carrera contra mi felicidad o mi paciencia; sólo sé que la espera llega tarde, que no soy capaz de concentrarme, que necesito aparcar el corazón en doble fila un par de días. Y es que puede que ni yo lo entienda, pero necesito un reloj que no me marque las horas, una brújula que no señale el norte pero me indique qué sentido tiene mi vida, un bolígrafo que escupa palabras y talle versos sin chuparme la sangre para usarla como tinta. Necesito que desaparezca de mí este nerviosismo, que se me vaya la idea de mi cabeza de que me caía mejor cuando no me conocía. Necesito perder mis manías, para saber retomarlas en el momento justo. Necesito ver unos ojos comprometidos, una sonrisa conmovida, una persona que prueba por primera vez la empatía. Y es que tan sólo quiero que éste grito sordo no llegue a los oídos pero raspe un poquito ese interior. Perdí las constantes de mi vida y mi ecuación ya no da el resultado esperado, por lo general ni siquiera se molesta en dar ninguno, y es por eso que respiro esperando que la próxima vez que lo haga el aire sea menos sucio a pesar de ser más compartido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario